Convento de San Joaquín

PATRIMONIO ARQUITÉCTONICO | Iglesias

Iglesia y Convento de San Joaquín

El Convento, hoy parroquia de San Joaquín, fue construido por los frailes franciscanos y los propios vecinos de Cieza entre finales del siglo XVII y principios del XVIII. La fundación de este convento se debe a los sangrientos bandos que asolaron Cieza en el siglo XVII, a los que la comunidad franciscana combatió hasta el punto de lograr su desaparición.

La iglesia fue decorada ya entrado el siglo XVIII. Consta de una sola nave dividida en cuatro tramos, con capillas laterales, cabecera de planta rectangular y coro alto a los pies. En la decoración interior del templo, destacan unos tondos con decoración pictórica en las bóvedas de la iglesia.

La fachada principal posee una vidriera a la altura de la zona del coro rematada por una espadaña para colocar las campanas y una veleta de hierro.

HORARIO DE VISITAS: En horas de culto

El claustro tiene cinco arcos de medio punto por lado y dos plantas. En el centro del patio se conserva un bello brocal de pozo. La decoración se centra exclusivamente en el Vía Crucis y ‘máximas’ franciscanas, distribuidas por las paredes del convento; se trata de pinturas al temple del siglo XVII.

Las dependencias que rodean el claustro, cubiertas con bóvedas de arista, constan de tres plantas destinadas a celdas y área de hospicio, excepto la zona perpendicular a la cabecera de la iglesia, que era donde se encontraban las zonas comunes como el refectorio o la biblioteca. Está cubierto con teja de medio cañón a dos aguas en la zona exterior y a una en la zona correspondiente al claustro, con el fin de favorecer la recogida de agua de lluvia.

El claustro así como las dependencias que rodean al mismo han sido reutilizadas para instalar la BiBlioteca Municipal ‘Padre Salmerón’

Su tipología responde perfectamente a la instaurada por la Orden Franciscana en todas sus fundaciones, tal como lo describe el propio Padre Salmerón: ‘La forma del Convento es la común y ordinaria de los Conventos de nuestra descalcez; pero en lo común hay particulares primores, que lo hacen especial. Todo el Convento es alegre y devoto, especialmente la iglesia, pues parece que infunde devoción. La obra es de cal y canto, con esquinas de piedra labrada. Salió toda tan fuerte que no ha hecho quebranto por parte alguna, es tan proporcionada y vistosa que es admiración de los que la miran, y comúnmente se atribuyen sus aciertos y primores a las manos que la fabricaron, que fueron las de muchos y grandes siervos de Dios’.

En este edificio se pueden observar grandes similitudes con el convento de Santa Ana del Monte, en Jumilla, ya que fue fundado por sus frailes. Los materiales son muy austeros y la decoración se centra exclusivamente en el Vía Crucis y ‘máximas’ franciscanas, distribuidas por las paredes del convento.