Descensos por el río Segura

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El agua adquiere en Cieza un especial protagonismo, representado por el río Segura, cuya red hidrográfica atraviesa todo el municipio.

Su caudal ha sido y sigue siendo fuente de vida para la ciudad y para sus habitantes.

Penetra en el municipio ciezano por el Noroeste a través del Cañón de Almadenes, que divide al río en dos personalidades distintas. Salvaje y dinámico en el interior del cañón, tranquilo y apacible al otro lado de las espectaculares paredes rocosas que conforman esta estrecha garganta.

Entorno a la vega del Segura que se abre tras su salida del profundo desfiladero, se localizan las zonas de huerta tradicional, de gran interés agrícola, cultural y patrimonial.

A su paso por Cieza el Segura es todavía un río de fuerte corriente y aguas limpias, en el que existen zonas aptas para el baño. Es también el escenario ideal para los amantes de la naturaleza y aventureros, ya que su navegabilidad permite descender sus aguas en kayak o en balsas de rafting.

El recorrido, salpicado en ambas márgenes de tramos de bosque de ribera y cañaverales, ofrece parajes de gran belleza y rincones con encanto. El descenso en balsas por el río Segura se inicia en el Jardín del Arenal, junto al Puente de Hierro, en las proximidades del casco urbano de la localidad. Desde allí las embarcaciones, dirigidas por monitores especializados, descienden al ritmo que la corriente impone, descubriendo y disfrutando a su paso de paisajes emblemáticos de nuestro pueblo.

Las balsas enfilan el río Segura siguiendo el meandro que rodea el casco antiguo de Cieza. El paisaje en este primer tramo de descenso es espectacular. A un lado una singular vista del casco urbano; al otro lado el imponente monte de la Atalaya que domina el paisaje, y cuyas faldas están salpicadas de tradicionales huertas, conformando un paisaje agrario de clara herencia árabe. Entre ellas atisbamos la inconfundible fachada azul añil del Molino de Teodoro.

Antes de abandonar el casco urbano se pasa bajo el popular Puente de Alambre, uno de los escasos ejemplos de puentes colgantes en la Región. Tras dejar la ciudad atrás y pasar bajo las ruinas del yacimiento islámico de Medina Siyâsa, el río nos conduce hasta el magnífico paraje del Menjú, rebosante de vegetación, donde afrontamos el tramo de mayor dificultad por la existencia de una pequeña presa, que proporciona al navegante un grado extra de aventura.

Desde el azud del Menjú hasta el parque de la vecina localidad de Abarán, donde finaliza el descenso, el río vuelve a mostrarse tranquilo, ofreciendo incluso, dependiendo de la época del año, la posibilidad de acabar la actividad con un sugerente baño.