Ermita de San Bartolomé

PATRIMONIO ARQUITÉCTONICO | Iglesias

Ermita de San Bartolomé

La Ermita de San Bartolomé fue, en su origen, la Torre del Homenaje de la Fortaleza que erigió la Orden de Santiago a finales del siglo XV (entre 1477 y 1491) tras el saqueo y destrucción de la villa por las tropas nazaríes de Abu-I-Hasán en 1477.

La Ermita de San Bartolomé (patrón de la ciudad) está enclavada en la Placeta del Santo y junto al Balcón de El Muro que es un conjunto histórico compuesto por la antigua fortaleza del s. XV y la actual muralla, obra de 1898, promovida por Cánovas del Castillo. El Balcón de El Muro es parte de lo que queda de la antigua fortaleza medieval, ahora un balcón abierto al río y a la huerta que circunda la villa y su aspecto actual se debe a las obras que mandó hacer este político del siglo XIX, gran benefactor de Cieza según algunos historiadores.

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El hecho de que la actual Ermita haya perdido parte del antiguo aspecto defensivo que tuvo, es producto de las reformas llevadas a cabo en el S. XVIII. En este siglo es cuando la antigua torre medieval es trasformada en la Ermita de San Bartolomé, localizada junto a la Casa de la Encomienda (son los edificios más antiguos existentes en la ciudad), sede del comendador de la Orden de Santiago. Según La Historia de Cieza del Padre Salmerón (1777) en el año 1713 se creó la Mayordomía de San Bartolomé, surgida en el seno concejil para ayudar a la cofradía del santo en sus actividades religiosas y festivas, y fue en esta centuria cuando se construyó su ermita y su Conjuratorio, se reedificó la capilla dedicada al santo en la Iglesia Parroquial y se hizo una nueva imagen del santo apóstol para el Conjuratorio.

El edificio, en la actualidad consta de dos cuerpos superpuestos: la planta baja es de una sola nave y es la que alberga y donde se venera la imagen del Patrón de Cieza, ‘San Bartolomé’. El cuerpo superior, llamado ‘Conjuratorio’ data del S. XVIII y es de planta octogonal, siendo conjuntamente con el Alcázar Santuario de la Vera Cruz de Caravaca y la Torre de la Catedral de Murcia, los edificios conservados en todo el Sureste español desde donde se conjuraban las nubes y se bendecía la huerta y sus cosechas.